miércoles, 19 de enero de 2011

Directrices para un proyecto (Parte 1 de X)

Estoy ojeando un libro que recoge la obra más representativa de los cien artistas actuales más influyentes en la escena internacional (mercado del arte internacional, se entiende). Es una buena oportunidad para poner a prueba mis conocimientos adquiridos a lo largo de los últimos cuatro años, no sólo con respecto a la identificación de obra/autor de un modo automático, que nunca consigo, sino más bien de saber diferenciar el arte que me atrae o el que según mi juicio estético, el mismo que repudiaba y a la vez ensalzaba Duchamp, no me aporta el suficiente interés como para acercarme al artista, sabiendo que siempre hablamos de obra de arte, o al menos lo que el mercado dictamina como tal, pero eso es otra historia. En este punto es donde me doy cuenta de algo de lo que me di cuenta hace mucho tiempo; que la relación del artista con el material ha supuesto en el arte contemporáneo el verdadero cambio que hace de la práctica creativa moderna un ejercicio de extrañeza y exclusivo a mentes preparadas o mercantilmente sensibles. El arte actual se sitúa en la esfera del pragmatismo estilista, pero completamente apartado de presupuestos estéticos y mucho menos de juicios. Y por lo que veo, la representación de modelos del natural se convierte para algunos en un tema, pero no para todos, algo que en la formación académica de facultad parece que todavía no se han dado cuenta. Nunca, me reitero, nunca, la figura humana puede servir de pretexto para representar sentimientos mayores, sublimidad estética y autonomía sobrehumana, aspectos que ensalzan la práctica artística a algo privilegiado, entrenado y con una gran dosis de talento innato. Nunca, me reitero una vez más, nunca (adoro la sucesión) una enseñanza debe estar basada en la frecuencia de un estilo, en encontrar por medio de la asimilación de las bellas artes lo que algún día será un futuro artístico independiente, porque está claro que mientras los ánimos decaigan perdidos en caras y cuerpos conocidos, carentes de interés para la mayoría, lo único que se puede conseguir es una insalvable pérdida de tiempo, que por ejemplo, se puede aprovechar leyendo, que siempre es mejor que mentir, o al menos una forma más aceptada de hacerlo. Pero todavía no estamos acabados, queda tiempo para el camino personal, que si bien puede ser un tanto confuso, al menos no es monótono y aburrido.
Por eso, como es personal y propio, me gustaría ser coherente con algunas ideas, que no por ser individuales, son definitivas y aclaran un camino futuro creativo, del que ni siquiera estoy seguro si existe realmente, de tan lejano que lo encuentro. La fotografía es el motivo por el que hoy tengo las manos manchadas de carboncillo y por ende el teclado en el que estoy escribiendo. Fue lo que me hizo llegar hasta la facultad, y en ella casi me hicieron que la olvidara, por eso siempre que me brindan la oportunidad procuro recuperar lo aprendido en otro tiempo, por eso la elijo ahora, porque ya no sólo me parece un medio expresivo tan válido como otro cualquiera, sino que además es como si le debiese algo personal, como un favor, o una deuda de doscientos euros. En esta voluntad continuista quiero indagar más en el juego de realidades que supone el cambio aparente de las dimensiones convencionales. En mi último proyecto empequeñecía grandes superficies de consumo y tránsito a espacios en miniatura, como juguetes un tanto peligrosos, pero que no dejaban de ser mundos paralelos, al menos al mío (ablproyect.wordpress.com), en este último intentaré darle la vuelta y mostrar el juguete como algo superior, grande y convencional, el tamaño humano sería una buena unidad de medida. Por ello, y siguiendo la estela de artistas como Thomas Demand, un fotógrafo que realiza sus fotografías sobre maquetas realizadas por él mismo y el retrato exquisito casi barroco de Erwin Olaf, Pierre Gonnord, por dar algún ejemplo conocido, pretendo fotografiar juguetes por todos conocidos extrapolándolos a la esfera humana, hacerlos más cercanos, y a la vez más extraños e imponentes, casi amenazantes por su comparación. Pero esto no es definitivo, quizás mañana se me ocurra otra cosa y cambie de proyecto o de vida, que sé.

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